La importancia de reponer los dientes perdidos

dientes

Nunca pensé que perder un diente pudiera traerme tantos problemas. Todos pensamos que no pasa nada si no se ve, que no es tan grave… pero cuando te empieza a costar masticar, o cuando otros dientes se mueven o cambia un poco tu cara… te das cuenta de que no es ninguna tontería.

A mí me pasó. Al principio, lo dejé estar porque no me dolía, no me molestaba demasiado y sinceramente, no sabía que pudiera pasar nada más allá de tener un hueco. Lo que no sabía era todo lo que venía detrás: la pérdida ósea, los problemas de mordida, el desgaste de los otros dientes… y todo por no haber actuado a tiempo.

 

¿Por qué es tan grave perder un diente?

Lo que pasa cuando pierdes un diente no es solo que te queda un espacio vacío. Eso es lo obvio y lo que cualquiera ve. Pero de lo que no te das cuenta es de lo que empieza a pasar bajo la encía, donde estaba la raíz del diente. Esa raíz está metida en un hueso que se llama hueso alveolar, y ese hueso necesita estímulo, que viene de la raíz, para mantenerse fuerte.

Cuando el diente se va, ese hueso ya no recibe estímulo, y el cuerpo piensa que ya no es necesario. Entonces, empieza a reabsorberlo, a perder volumen, como si dijera: “¿Para qué mantener esto si no hay nada ahí?”. A eso se le llama pérdida ósea, y aunque no es algo que pasa de un día para otro, comienza apenas un mes después de que se pierde el diente.

De hecho, el primer año es el momento crítico. En ese tiempo, puedes perder hasta un 25% del hueso que había allí. Imagínate, un cuarto de hueso desapareciendo en solo un año. Y no solo afecta al hueso, sino que todo lo que depende de ese hueso también empieza a cambiar.

Los dientes de al lado del hueco comienzan a moverse, a buscar ocupar ese espacio vacío. Esto cambia la mordida, es decir, la forma en que los dientes de arriba y de abajo encajan al cerrar la boca. Por eso empiezas a notar que muerdes diferente, que algunos dientes están más desgastados, que otros se inclinan o hasta se aflojan.

Y con el tiempo, la mandíbula puede cambiar de forma, y eso hace que la cara se vea distinta. Los labios pierden soporte, las mejillas se hunden un poco, y sin darte cuenta, tu expresión facial cambia sin que se note de inmediato, pero sí se nota.

 

Lo que nunca pensé que me iba a pasar

No tenía ni idea de que perder un diente iba a causarme tantos líos. Al principio ni lo notaba, pero un día me miré al espejo y dije: “¿Qué pasa aquí? ¿Me veo raro o es cosa mía?”. Luego, cuando intenté morder una manzana, me costó más de lo normal. Y para colmo, los dientes que estaban al lado del hueco parecían como si estuvieran en modo “flojo”, como si ya no tuvieran pegamento para aguantar firmes.

Ahora, si crees que el hueso bajo ese diente se puede arreglar fácil, te cuento que no es tan simple. Hay tratamientos, sí, como los injertos óseos, que vienen a ser como poner un parche de hueso nuevo, pero no es algo rápido ni barato. Además, cada cuerpo responde diferente, así que no siempre funciona a la perfección. Por eso, poner un implante cuando pierdes el diente es como jugar de primer tiempo: evitas problemas más grandes después. ¡Mucho mejor que andar parcheando después!

 

¿Se puede regenerar el hueso perdido?

Con miedo, pregunté esto directamente. Ya había pasado más de un año desde que perdí el diente. Me explicaron que sí, el hueso se puede regenerar, pero no es una solución mágica.

Hay tratamientos que usan injertos de hueso, que pueden ser sintéticos, tomados de bancos de hueso o incluso del propio paciente. Pero es un proceso que requiere cirugía, mucho tiempo y una buena cicatrización. Y, aun así, no siempre se recupera el 100% del hueso original ni se consigue que quede tan fuerte.

Además, el cuerpo no responde igual en todas las personas. Hay que ser paciente y tener expectativas realistas.

Lo que me dejaron muy claro fue que prevenir la pérdida ósea es mucho más fácil, rápido y económico que intentar recuperarla después. Ojalá me lo hubieran dicho antes, porque yo esperaba demasiado y terminé con más problemas.

 

¿Cuánto tiempo puedes esperar para reponer un diente?

Desde CIPEM, en Madrid, dentistas en Pozuelo de Alarcón, me dijeron que “el hueso empieza a perderse desde el primer mes tras la pérdida del diente. Pero el riesgo serio y más complicado comienza entre los tres y seis meses”. Es decir, si en ese tiempo no haces nada, ya estás perdiendo hueso que puede complicar mucho la colocación de un implante después.

Y no solo afecta a la estética, que es lo primero que pensamos. La pérdida de hueso también afecta la función. Cuanto menos hueso tienes, menos estabilidad para tus dientes, más fácil que se muevan y más difícil será cualquier tratamiento que necesites.

Además, la mandíbula cambia de forma, la cara puede verse más hundida, los labios pierden soporte y, a la larga, hasta cambia la forma en que hablas o masticas.

 

¿Qué pasa si no puedes ponerte un implante?

Seamos sinceros: no siempre es fácil afrontar el coste de un implante, o algunas personas no pueden hacérselo por temas de salud. Por eso pregunté qué alternativas hay.

La buena noticia es que existen otras opciones, aunque no son tan ideales como el implante para conservar el hueso.

  • Por ejemplo, los puentes dentales. El problema es que para poner un puente hay que desgastar los dientes de los lados, y aunque ayudan a mantener la función de la mordida, no frenan la pérdida de hueso en el hueco.
  • También están las prótesis removibles, o “placas”, como se les llama de toda la vida. No son lo más cómodo, pero sirven cuando faltan varios dientes o no se puede hacer un implante.

Lo que me dijeron los especialistas es que ninguna de estas opciones detiene la pérdida ósea como un implante, porque el implante actúa como una raíz artificial, estimulando el hueso y diciéndole al cuerpo que ese hueso sigue siendo necesario.

 

Mi decisión para no dejarlo pasar más

Después de todo lo que aprendí y ver cómo mi mordida empezaba a cambiar, decidí no dejarlo pasar más. No fue fácil. Pasé semanas dándole vueltas, pensando en el dinero, en si era el momento o si de verdad era tan grave.

Pero cada vez que notaba que masticaba peor o que un diente vecino se movía, me di cuenta de que no era cuestión de capricho, sino de necesidad.

Por suerte, todavía tenía algo de hueso para colocar un implante. Me explicaron todo el proceso con claridad y sin rodeos. Da respeto, claro, porque meterte en una cirugía, aunque sencilla, no es algo que hagas todos los días.

Pero la tranquilidad que sentí al saber que estaba poniendo solución a un problema que iba a empeorar fue enorme.

Además, entendí que es importante para poder masticar bien, para que la mandíbula se mantenga fuerte, para evitar que los otros dientes sufran y, en resumen, para cuidar la salud a largo plazo.

 

Ojalá hubiera sabido esto antes

Si te has quedado con un diente menos, aunque sea uno de atrás y no se vea, no lo dejes pasar. Te lo digo por experiencia. Todos pensamos que no es urgente, que podemos esperar, que ya lo haremos más adelante, pero no funciona así. La pérdida ósea comienza mucho antes de lo que creemos, y cuanto más tardes en solucionarlo, más difícil será.

No es un susto ni una exageración. Es algo que aprendí por las malas.

Reponer un diente no es solo para sonreír mejor ni para que no se note el hueco. Es para masticar bien, para que la mandíbula no pierda fuerza, para que tus otros dientes no se desplacen ni se desgasten antes de tiempo.

Y si ahora mismo no puedes hacerte un implante, busca otras opciones temporales. Créeme, un puente o una prótesis removible, aunque no sean lo ideal, son mucho mejor que no hacer nada. Lo peor es quedarse de brazos cruzados mientras el hueso se va perdiendo y luego tener que enfrentar tratamientos mucho más complejos, caros y largos.

Ojalá alguien me hubiera contado todo esto antes de que me pasara.

 

Mi consejo es que no lo dejes pasar

Si pierdes un diente, busca un dentista y que te ayude a buscar soluciones cuanto antes. Recuperar el hueso no es imposible, pero sí es mucho más difícil. A veces se puede hacer con injertos, pero son tratamientos más largos, más caros y no siempre funcionan igual para todo el mundo. Por eso lo mejor es no dejar que el hueso desaparezca. Actuar a tiempo no solo te ahorra dinero, también te evita muchos líos futuros con tu mordida y tus otros dientes.

Si alguien me lo hubiera explicado así de claro cuando perdí mi primer diente, me habría ahorrado preocupaciones, citas al dentista y bastantes euros. Ahora lo tengo clarísimo: no es solo una cuestión de estética o de tener una sonrisa bonita. Cuidar tu boca es cuidar tu salud.

No hay forma más sencilla de decirlo.