El año pasado, antes de todo este tema del coronavirus y demás, me pasé varias semanas siguiendo el recorrido que la activista medioambiental Greta Thunberg estaba haciendo junto a parte de su familia a bordo de un velero para cruzar el océano desde el continente americano y llegar a tiempo a la cumbre contra el cambio climático que tuvo lugar en Madrid en diciembre de 2019. Ahora que ya conozco algunos pormenores de la travesía tengo más información con la que criticar la situación pero en su momento me pareció toda una heroína, cruzando el océano por sus ideales, siempre fiel a lo que siente que es lo correcto.
Pensé en lo complicado que debió de ser para ella y para su familia, que no están acostumbrados a viajar en velero, el hecho de manejar las mareas, los movimientos del mar y, por supuesto, el hecho de convivir varias personas en un espacio tan pequeño.
Yo solo he ido en barco una vez, en un crucero, y solo una noche hubo marejada. A mí no me afectó, tuve suerte, pero algunos de mis amigos acabaron tirando hasta la primera papilla y sin poder dormir en toda la noche así que, aunque no comparo ni mucho menos porque lo suyo es más peligroso y debió notarse mucho más todo que lo que yo viví, sí puedo decir que sencillo no es.
Pero, ¿cuál es el mejor método de transporte? Creo que, en realidad, aún no se ha inventado el medio de transporte que sea perfecto tanto para nuestros viajes como para el medioambiente.
Probablemente lo más lógico es pensar que hay que elegir entre el vehículo, el avión, el tren o el barco, más que nada porque son los medios básicos que tenemos en el siglo XXI para movernos. Otra cosa ya son los tipos de barcos, de vehículos o de aviones, pues unos son mejores que otros y más contaminantes, o al revés. Ahora bien, yo es que en estas cosas soy muy drástica pero, ¿por qué narices no prohíben ciertas cosas directamente? ¿por la economía? ¿y qué es mejor, seguir teniendo pandemias y ver morir a millones de personas por culpa de la contaminación? Y ya no os hablo de las especies en peligro de extinción que hay ahora mismo, tanto en cuestión de animales como de plantas, porque entonces ya no acabaría de escribir hasta Navidad.
Una visión particular de los transportes
Pensemos, por ejemplo, en realizar un viaje relativamente largo por lo que, tanto a nivel de contaminación como de comodidad necesitamos lo mejor de lo mejor o, por lo menos, lo mejor a lo que tengamos acceso (que ya es mucho).
Para empezar, por supuesto, se me ocurre el avión. Es el método más rápido de viajar hoy en día, aunque también el más contaminante y además tiene un hándicap añadido y es que yo no viajo nunca sin mi perro, Togo. Hoy en día hay soluciones, como Animales por Avión, pero sigue siendo un problema el tema de la contaminación aunque, si bien es verdad, que la idea de llegar en pocas horas a tu destino es toda una tentación.
Además, no es lo mismo viajar en Primera que en clase Turista y aunque yo no he probado nunca el lujo de un billete de alta gama creo que, por lo que se ve en las pelis y lo que cuenta algún que otro fanfarrón a pie de calle, viajar en primera clase debe de ser fantabuloso, o fantástico y maravilloso a la vez que es exactamente lo mismo que “fantabuloso”.
El problema es que si pongo en una balanza los pros y los contras sale perdiendo por goleada. Por ejemplo, si pienso en la contaminación ya se lleva un -100, si pienso en que un accidente es casi siempre mortal se lleva otro -100, y si le añado el hecho de que odio tener que sentarme al lado de gente que conozco la cosa ya sube por lo menos en -20 puntos más. Total, -220 puntos. Y ahora sumamos lo positivo, el hecho de llegar pronto a cualquier parte, +100… y qué triste, pero no le veo ninguna ventaja más así que -220 +100 hacen un total de -120. Un fiasco.
Otra opción es el automóvil. Viajar en coche he viajado mucho pero he de reconocer que le mejor de todos los viajes que he realizado por carretera fue a bordo de una autocaravana. No es que yo haya viajado mucho con amistades, casi siempre viajo en familia, pero uno de esos pocos viajes que he hecho con amigos fue hasta Asturias en autocaravana. Recuerdo que alquilamos un modelo bastante moderno en Caravanas Cruz, y lo recuerdo perfectamente porque antes de decidirnos estuvimos varando muchísimas posibilidades hasta que nos decantamos por ellos, tanto por precio como por prestaciones.
Lo bueno que tiene la autocaravana es que desde que pones un pie en el vehículo ya arranca el motor ya estás disfrutando del viaje. Es como si, aunque no hubieras llegado a tu destino, ya tuvieras ventajas durante el camino. Por ejemplo, si se te apetece puedes parar en un bonito pueblo a visitar el paisaje, o hacer senderismo, y luego emprender de nuevo el camino o, si se te hacer tarde, dormir allí mismo con tu autocaravana. Además, como siempre llevas contigo tus cosas personales puedes asearte, cambiarte o lo que quieras en un plis plas.
Ahora veamos los pros y los contras. Como contra pondré, por supuesto, la contaminación, porque aún no he visto yo muchas autocaravanas eléctricas por ahí circulando la verdad. Tampoco es muy cómodo aparcar, si vas a un espacio especializado no tendrás problemas, pero como te dé por parar en algún sitio a comer o a ver algo más te vale ser muy diestro con el volante ya que no es nada sencillo manejar una autocaravana y tener que hacerla pasar por huecos insospechados. Todo eso ya es un -50, por lo menos.
Como pros diré que eso de llevar la casa a cuestas y parar a dormir donde te da la gana te da un plus de libertad impresionante para cambiar la ruta de tu viaje siempre que te dé la gana, y eso mola mucho. Además, Togo podría ir conmigo sin problema. Eso es un +50, así que dejaremos la autocaravana en nota 0, que ya es más que el avión.
Pensemos ahora en el barco. Quitando aquella vez que viaje en crucero nunca he hecho una gran travesía en barco. Una vez alquilamos un barco en el Mar Menor, en Náutica Jiménez, con unos amigos que tenían carné de capitán, o lo que sea que se necesita para poder navegar, y he de decir que para ser mi primera y única experiencia en un barco de tamaño pequeño la cosa no estuvo mal aunque tengo mis dudas porque, obviamente, no es lo mismo navegar en pleno agosto para bañarte en aguas claras y sin aglomeraciones de bañistas playeros que pretender cruzar el océano con un barco pequeño que se mueve más que una gelatina de fresa en una mesa con 5 niños sentados alrededor dando golpes a las patas de madera. No sé si la comparativa ha sido muy buena pero creo que lo habéis pillado ¿verdad?
Así que veamos, el pro que veo es que puede ser el medio menos contaminante sin necesidad de usar mucha tecnología ya que los veleros solo necesitan una buena ventolera para navegar y poco más. Como pro, es un gran pro, así que démosle los +100 puntos que le quitamos al avión por ser tan contaminante. Además, como en la autocaravana, podemos llevar la casa a cuestas así que vamos a darle un +30 más como mínimo.
Los contras también son grandes, porque a ver, podrás llevar la casa cuestas pero dudo mucho que puedas aparcar donde te salga de las narices así que si por el problema de aparcamiento a las autocaravanas les hemos puesto un -50, el barco no va a ser menos. Así que eso nos da un total de +50 puntos porque, además, Togo también podría venir conmigo (siempre y cuando hablemos e un barco privado claro está).
Y por último nos queda el tren, un medio de transporte que podría ser poco contaminante cuando hablábamos de vapor pero que ahora contamina más que muchos otros transportes, aunque todo esto se podría arreglar con una buena inversión para la trasformación mundial de la red ferroviaria y convertir cada locomotora en una locomotora eléctrica.
Dejaremos ese tema, por tanto, en 0 puntos, porque la verdad es que no sé hasta qué punto podría yo hablar de la contaminación de un tren ya que si me paro a pensarlo no tengo demasiados datos al respecto, ni siquiera buscando en Internet he encontrado mucho… Pero un contra asegurado es el hecho de que las vías, como los aviones, no llegan a todas partes. Y no es que el barco o el vehículo llegue a cualquier rincón del mundo, porque no lo hacen, pero sí te dan más libertad que un avión que solo puede aterrizar en ciertos aeropuertos y que un tren que va siguiendo unas vías y no se puede salir de su camino. Eso es un -25 por lo menos. Además, tampoco suelen dejar llevar perros, así que un -25 más. Total -50.
En pros he de reconocer que también tiene sus puntos porque, igual que en el barco cuando hablamos de grandes distancias, dentro del tren puedes disfrutar de la cafetería o del restaurante si lo hay y eso mola, porque no tienes que parar para comer. Además, hay que reconocer que la red ferroviaria llega ya a todos los países porque está ampliamente desarrollada así que, démosle por todo eso un +75 como mínimo, y eso hace un total definitivo de +25.
Conclusión: el barco gana en mi personal método de puntuación aunque supongo que esto no es válido para todo el mundo, o no?